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Relato Realoaded Extremo

  • Posted: 8:27
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  • Author: Mr Edú Ortibar

Edú en el espejo


Cuando desperté, salió el sol, ahí estaba, mirando el cielo mientras me perdía buscando cosas infinitas, acostado sobre la cama de arena, jamás imagine ver tan perfecta imagen, todo empezó ayer cuando desperté en mi hamaca verde, los pájaros no dejaban de cantar con jubilo y sin preocupación, mientras me veía al espejo, miraba mis ojos, mi boca, mi nariz, mi cabello, mis orejas y todo mi cuerpo, no dejaba de verme, por mas que trataba de buscar alguna explicación, no encontraba la respuesta a lo que sentía , si conformidad o asco.
Reía, gritaba, lloraba, era solo yo, nadie estaba en la cabaña, como siempre, no sabia donde estaban, los ruidos de la cuidad se escuchaban a lo lejos, jamás vi a alguien, pasar cerca de mi.
La mente brillante, la que nos engaña y la que nos dice la verdad. Me tenía confundido y atrapado en una mentira. ¿Era un sueño? Un sueño remoto y moribundo. Que posiblemente, algún día me diría la verdad. Sin nadie que se preocupase por mi, ahí estaba, mirando la mesa, simplemente la jarra de vidrio con agua, y junto de ella una piña, dos pares de ciruelas pasas, y mi vaso verde favorito.
Paso la mañana, y se convirtió en tarde, solo miraba la sombra de mi rehilete, girando rápidamente, y tomando un vaso de agua, el viento que avisaba tormenta en la noche, ya era muy tarde para desayunar y merendar, miraba el mar desde mi ventana, que envidia me daba, el agua azul no tenia problemas, era tan feliz moviéndose siempre y haciendo sentir paz a quien la viera. Las aves volaban sin cesar, sobre el mar, y se reflejaban; los peces saltaban a lo lejos, mientras veía un pez saltar tome otro vaso de agua y comía piña, al parecer había perdido el sentido del gusto, por que no me sabia a nada, la vida me había quitado el gusto, bueno yo me quite ese placer exquisito .
El viento estaba totalmente loco, y salí corriendo de la cabaña a la orilla del mar, con mis ciruelas pasas y un espejo de mano, me senté en mi roca favorita y me mire, mis ojos eran como la roca marrón de la otra orilla que se veía a lo lejos, con un tono verde en la orilla, como las algas que estaban debajo, junto a mis pies; mi rostro no decía nada, todo demacrado; mi pecho, mi abdomen, no parecía normal, podía contar mis costillas; mis piernas eran mas delgadas cada instante, mis brazos parecían palillos, podía ver los huesos de mis dedos, las venas saltaban a la vista sin duda alguna. Mire mi rostro por ultima vez sobre el agua azul, y sonreí, mis encías estaban inflamadas, no era una sonrisa agradable, mi piel estaba toda rasposa, opaca y sin vida. Puse el espejo a mi derecha, comí las ciruelas pasas, el sol, el que nos alumbra el camino, el que nos guiaba al infierno del alma y al descanso del alumbramiento de la verdad, se escondía poco a poco, al menor instante vi el cielo oscuro, la luna llena daba la luz necesaria, se reflejaba en el mar, que ahora estaba negro; junto de ella una estrella, tan brillante como la mente, tan diminuta como mi satisfacción; y tan hermosa como la felicidad, al momento de ver la estrella, la única que estaba en ese momento, le pedí un deseo, “Estrella deseo, ser feliz”, no dejaba de mirar a la estrella, me di cuenta que cada vez iban saliendo mas y mas, todo el cielo estaba iluminado y al menor instante tenia una sensación dentro de mi, quería sonreír, la felicidad estaba por mis venas, queriendo salir, pero jamás la sentí en mi mente, me desmaye.
Por la mañana desperté, vi el cielo lleno de vida, el mar azul, moviéndose con gran velocidad; la arena y a mi rostro por el espejo y lo primero que vi fue sangre que salía por mi nariz, quede plasmado y no supe que hacer, no podía moverme no tenia fuerza, me acosté en la cama de arena, y no sentía nada, no podía ni pensar, no tenia energía, ni ganas de hacer absolutamente nada, mi corazón poco a poco dejaba de latir, me acosté y deje de respirar.
Aun me acuerdo de eso, como olvidarlo, lo puedo ver aun, puedo ver mi cuerpo cerca de la orilla del mar, mi cuerpo sin moverse, sin vida. Estaba muerto,
Y así fue cuando salió el sol, mire al cielo, mientras me perdía buscando cosas infinitas, acostado sobre mi cuerpo inmóvil sobre la cama de arena y mi espejo.
Ahora se, que deje pasar mi vida. Se fue muy lejos de aquí, y no regresara, jamás.


Edú Ortega Ibarra